domingo, 15 de abril de 2012

Empleo.com


En nuestro país perder el empleo después de los cuarenta cobra un significado catastrófico. Una buena amiga estuvo dos años seguidos buscando trabajo, su mayor problema tenía que ver con su fecha de nacimiento.
Las ferias de empleo que ahora organizan todos los gobiernos, se inundan de solicitantes que buscan desesperadamente colocarse. La prensa hace gala de aquel hombre o mujer de la tercera edad que ya no tiene cabida en el mercado de trabajo. Los puestos que se ofrecen son en su mayoría para guardias de seguridad, vendedores o cobradores (ahora llamados ejecutivos de cuenta) y ayudantes generales.
Cuando mexicana de aviación quebró o la quebraron, las azafatas buscaron la forma de subsanar la falta de ingresos. Despojarse de sus prendas y hacer un calendario fue la mejor opción. Pasaron de recibir a los pasajeros, girar instrucciones para aquellos casos de emergencia, servir café y refrescos, a una atención más personalizada e intima.
Supongo que buscaron afanosamente empleo como muchos miles de mexicanos y no encontraron otra opción que mostrar sus encantos.
No me imagino a mi profesora de filosofía en la Universidad, o a mi compadre perdiendo el empleo y entregándose a los difíciles actos de plasmar su cuerpo en un almanaque. Dudo que lo hicieran. Antes de llegar a esas instancias, hubieran hecho tamales, tejido chambritas, o vendido zapatos por catálogo.
El presidente del empleo quedo corto en su afán por brindar esta oportunidad a los mexicanos ávidos y necesitados de trabajo.  Fomentar el empleo es incidir positivamente en indicadores económicos, sociales, de seguridad y sobre todo de bienestar.

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