El agua para los regiomontanos tiene un especial significado. Fue en un venero hace más de 400 años cuando se fundaba nuestra ciudad. En aquellos años la abundancia del vital líquido contribuyó a su rápido crecimiento.
En el aspecto del agua los regiomontanos vivimos situaciones contrastantes. O nos ahogamos en los chubascos, o bien nos sometemos a severas restricciones por falta de la misma. Hemos llegado al extremo de suspender labores y actividades escolares producto de las abundantes lluvias. O por el contrario, declarar zona de desastres en el campo, donde las cosechas y el ganado mueren por la falta de la misma.
Hace algunos años una fuerte sequía obligó a gobierno y sociedad a poner en práctica medidas emergentes. De manera conjunta se aprovechó la contingencia para generar una cultura en el cuidado del agua. Los jardines dejaron de regarse, se apagaron las fuentes, los coches se lavaban con una cubeta, "ciérrale" era la frase que encerraba esa idea de cuidar celosamente el vital líquido.
Hoy la generosidad del gobierno se suma al culto del agua. Aquellos que hubieran pagado a tiempo durante once meses seguidos sus respectivos recibos, se harán acreedores a un mes gratis de consumo. El organismo que provee de agua a la entidad dejará de recibir más de 27 millones de pesos.
Este tipo de subsidios pueden no necesariamente dirigirse a quienes más lo necesiten, sino a quienes tienen mayor capacidad de pago, aun y cuando el agua sea un servicio barato.
Este tipo de prácticas deben orientarse a quienes posean una condición de vulnerabilidad social o económica para que verdaderamente cumplan con un propósito, de otra manera su otorgamiento es desproporcional, inequitativo e injusto.
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