Otro Alcalde de por estos mismos rumbos, con el afán de dar
cuentas al pueblo, hizo gala de su capacidad de síntesis. Tomó el micrófono y
anunció. “Lo que entro, salió, y que comience la fiesta”. De este modo cumplió
con su obligación legal de informar al respetable sobre el estado que guardaba
la administración pública.
Los números nunca han sido nuestro fuerte. En la última
prueba PISA, obtuvimos el lugar 48 de 65 países evaluados mediante este
instrumento.
Hace días escuchaba a la candidata a la presidencia hacer
gala de uno de sus logros cuando fue secretaria de desarrollo social. Daba cuenta
de más de 3,000,000 de pisos instalados durante su gestión. Sin embargo, otro
anuncio de este mismo partido alentando a los ciudadanos a votar por diputados
y senadores, anunciaban dos millones y un tantito más. Al final ¿quien se va dar
cuenta?
Cuando por fin se inauguró la tan esperada estela de luz,
monumento que conmemora el bicentenario de nuestra independencia, su costo fue
cuatro veces mayor al presupuestado. Un ex gobernador de la entidad decía que
las cifras, cuando se trataban de obras públicas, no cuadraban porque
precisamente se trataban de pre-supuestos,
y estos jamás serían exactos.
Lo malo de este tipo de interpretaciones, es que nunca las
obras cuestan menos. Cuando el plomero se presta a dar su veredicto sobre un
diagnóstico, se rasca la cabeza, la menea de un lado a otro, hace una pausa y
dice: Pues más menos cuesta tanto. Ese más o menos le quita la responsabilidad
de ser preciso en su matemática.
Ojalá que un día si la revolución nos hace justicia, al menos
seamos más precisos y certeros con las matemáticas.
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