Michael Phelps se convirtió en el mejor atleta del planeta, ganador de 22
medallas en juegos olímpicos supera por mucho a las grandes glorias del deporte
mundial. Una historia llena de disciplina, esfuerzo y perseverancia. Es su
tercera participación en la justa veraniega y en las mismas que ha salido como
el atleta más condecorado.
Los competidores de esta talla suelen siempre, además de dar su máximo
esfuerzo, destacar lo que representan. El poderío de una nación que busca
siempre aparecer en el primer plano. Cuando los norteamericanos, al igual que
muchos otros participantes de distintas naciones compiten, lo hacen para ganar.
Aun y cuando solamente hay un triunfador, el resto se compromete a seguirse
esforzando para en un futuro estar ahí en el primer plano.
Los marchistas mexicas vieron frustradas sus posibilidades de triunfo. El
andarín mexicano, especialista en la prueba de 20 kilómetros dijo a la prensa
que su derrota se debía a los "shores" que había usado. No eran del material que
se requería para andar con gracia y velocidad.
¡Bendito mi Dios! Los atletas mexicanos suelen siempre dar no su mejor
esfuerzo, pero si las mejores barras. Recuerdo que en las olimpiadas de Beijing otro de los marchistas mexicanos abandonó la competencia a la mitad. El motivo,
había cenado la noche anterior un plato de pollo agridulce que le había causado
agruras durante la competencia.
Los aztecas hemos hecho de la barra, todo un arte para justificar
nuestros tropiezos y fracasos. Siempre encontramos en alguien o en
algo más, el motivo para explicar nuestro comportamiento y actuación, sobre
todo cuando es desastrosa.
Hay una distancia enorme entre aquellas estrellas que cuando ganan
agradecen y cuando pierden asumen su responsabilidad, contra aquellos que
cuando solemos perder, encontramos en las barras el motivo perfecto para
expresar nuestra frustración.
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