viernes, 3 de agosto de 2012

El Equipo Ideal


El deporte no forja el carácter, lo pone de manifiesto…Heywood Hale Broun

Las justas deportivas a nivel mundial dejan siempre experiencias significativas. En la espera de que caigan las medallas, las autoridades buscan con afán subirse al carrito de la victoria. El record de melladas olímpicas en juegos de verano es poco alentador. 57 preseas en total, sin embargo, esto aun no concluye y tenemos aun esperanzas de cosechar algunas más en Londres.

De ese total de medallas, solo una (hasta antes de esta edición de Londres) se ha obtenido en deporte de conjunto. Las demás han sido gracias al esfuerzo decidido y entusiasta de competidores que en lo individual han sabido sacar la casta y el honor por la patria.

Como tribu, batallamos para trabajar en equipo. Resaltan una serie de características arraigadas en el genoma azteca que hace difícil poder realizar trabajo de manera conjunta y organizada. No nos gusta recibir órdenes, menos acatarlas; renegamos de los compañeros siempre y en todo momento; el sentimiento de superioridad nos hace indignos de compartir un espacio de trabajo; los liderazgos suelen encausar sus baterías en encontrar preferencias u otorgar privilegios a unos cuantos por encima del grupo; la solidaridad y otros valores necesarios en el trabajo de equipo no están arraigados dentro de nuestra cultura laboral o deportiva.

Cuando logramos organizarnos es para alcanzar logros y metas no muy dignificantes. El crimen organizado, la corrupción institucional, las pandillas u organizar una parranda.

Hemos optado por el esfuerzo individual. En Escasas ocasiones el deporte en conjunto ha traído glorias a nuestro país. Recientemente los jóvenes futbolistas de la sub 17 y sub 19, han comenzado a dar una luz de esperanza y buscan cambiar paradigmas.

Lo que nuestra nación requiere no solo en el plano deportivo es precisamente trabajar en equipo. Destacar el potencial de cada uno de sus miembros, trazar objetivos comunes, incentivar a la sociedad a que participe, establecer reglas claras y entendibles y sobre todo que  éstas sean cumplidas. Generar armonía, confianza y sentido de cooperación. Repartir los logros entre todos y desterrar aquellos vicios y complejos que tanto han erosionado nuestra posibilidad de desarrollo, crecimiento y éxito.


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