miércoles, 29 de agosto de 2012

ES UN BUEN TIPO MI VIEJO…


No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar…Benjamin Franklin

México es tierra de celebraciones y para dejar constancia de algún suceso relevante decretamos un día especial en el almanaque, así dejamos constancia de nuestra capacidad de hacer fiesta.

Ayer le tocó el turno al adulto mayor. Esta celebración es relativamente nueva; en un país de jóvenes tuvieron que pasar muchos años para darnos cuenta que había otros segmentos de la población que también están presentes y señalar el 28 de agosto como su día.

No tuve la oportunidad de convivir mucho con mis abuelos, sin embargo, los relatos de mis padres sobre sus andanzas son suficientes.

Hoy me toca ver a mis padres desempeñar ese papel. Uno de mis hermanos comenzó el carnaval de los nietos a temprana edad. Apenas a sus 20 años ya les había concedido el privilegio de ser abuelos. Eso fue hace casi 30 años, en aquel entonces imaginar a mis padres con nietos era como decretar su ingreso a las filas de los adultos mayores.

Mi madre aun y con su carnet del INAPAM se niega rotundamente a aceptar ser parte del grupo. Sin embargo, las canas y su figura la hacen blanco fácil de los descuentos en cafeterías y farmacias. Mi padre cuya melena se pinto de blanco a los 35 años, no puede ocultar su pertenencia a esta asociación.

Las políticas estatales que buscan aliviar la situación por la que los adultos mayores transitaron durante décadas, no alcanza aun a ser un verdadero reconocimiento a sus derechos. Se requiere primordialmente identificar este grupo de población cuya vulnerabilidad mucha de las veces los hace presa de abusos,  atropellos y discriminación.

Basta con acudir a alguna estación del metro a algún edificio público o privado, para darnos cuenta que los adultos mayores siguen teniendo un lugar muy aparte del resto de la población.

Una sociedad incluyente debe permitirse mirar a su alrededor y reconocer primeramente una realidad que nos obliga a ser más sensibles, no solo para decretar un día de fiesta, sino para que socialmente este grupo tenga el lugar que se merece.   

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