martes, 28 de agosto de 2012

LA VIDA NO VALE NADA


No basta con arrepentirse del mal que se ha causado, sino también del bien que se ha dejado de hacer. ..Joseph Sanial-Dubay



Hace poco más de un año nos sorprendió la noticia del asesinato de 77 personas a manos de un individuo. El magnicidio tuvo lugar en Noruega, un Estado que se caracteriza por sus altos niveles de desarrollo humano, democracia, transparencia, entre otros indicadores de los que este país nórdico es ejemplo.
El asesino primeramente dio muerte a 8 personas al colocar un artefacto explosivo en un edificio de la capital, posteriormente armado hasta los dientes, se trasladó a una isla donde jóvenes llevaban a cabo un retiro, matando a 69 personas más.

Ideas extremistas lo llevaron a cometer este condenable acto. La corte de aquel país acaba de imponerle 21 años de cárcel. Pena por demás ridícula tomando en cuenta las agravantes de los hechos y más aun su magnitud. En suma pagará menos de tres meses de cárcel por cada una de las víctimas.

A simple vista y sin conocer de fondo el caso ni el sistema judicial Noruego, es una injusticia. Al margen de las enfermedades que este sujeto padezca, no puede el Estado (el que sea) salvaguardar la seguridad de sus miembros a partir de una justicia tan laxa y complaciente.

Desconozco el valor (no en el sentido de unidad de medida) que la vida del ser humano tiene en aquel país, quizás sea igual que en León Guanajuato, como lo anunciaba José Alfredo. Pero un estado tiene el deber primordial de establecer en base a las normas fundamentalmente, los elementos propicios para garantizar la seguridad personal de sus miembros.

Esta salvaguarda incluye establecer criterios jurídicos bajo los cuales habrán de desenvolverse sus miembros, las penas que se impongan en caso de trasgresión, así como la garantía de una sanción justa.
Si bien la vida de una persona inocente es tan poco apreciada por el Estado Noruego, porque entonces sí lo es la de este sujeto al cual se impone una pena tan ridícula, al margen de que en este tiempo se pueda o no garantizar su regeneración e integración posterior a la sociedad.  

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