Con el corazón en la cancha los guerreros aztecas cerraron con
broche de oro su participación en los juegos olímpicos. El anhelo de un
pueblo se cumplió a pesar de los pronósticos en contra. Enfrentar a Brasil en
una final de futbol, vaticina para cualquier escuadra una derrota. El palmarés
de los cariocas es inigualable en este deporte. Cinco copas mundiales lo afirman.
Han conquistado todos los torneos a excepción de una olimpiada, lo que suponía
para los mexicas una empresa más que imposible.
A los 28 segundos el marcador ya favorecía a los nuestros.
Todo entrenador quisiera salir del vestuario con un tanteador así. Esto
desubicó a los sudamericanos que intentaron meterse al encuentro. La primara
parte fue de amplio dominio azteca, a pesar de que entró de cambio “Hulk”,
peligroso delantero que más que futbolista parece saca borrachos de un antro.
Para la segunda parte los embates fueron constantes en la
portería de Corona. Que con temple y seguridad mantuvo en cero su portería
hasta el tiempo de reposición. Los aztecas mostraron carácter, disciplina, orden y talento. Los magos de la verde amarella terminaron peleándose entre sí,
desubicados, nerviosos, incrédulos; no lograban asimilar que perdían una final
soñada, pues será en Río de Janeiro la próxima justa olímpica y en tierras
brasileñas el siguiente mundial de soccer, inigualable oportunidad para
colgarse la de oro en Londres.
En los últimos años, México ha dado muestras en el balompié
mundial de poseer capacidad suficiente para pelear de tu a tu con cualesquier
selección. En el deporte de conjunto existen elementos que por encima de las
condiciones atléticas pueden marcar la diferencia entre competir y ganar.
Esta selección que conquistó la única presea dorada para
nuestro país en estos juegos, deberá convertirse en un referente no solo para
los deportistas, sino toda una nación que muchas veces se envuelve entre complejos y traumas, y que da perdidas las partidas aún antes de comenzarlas.
Una medalla de oro no cambiará a una nación. Pero de lo que estamos
seguros es que con carácter, voluntad, deseos y trabajo de conjunto los
alcances son inimaginables. Llevemos este ejemplo de fortaleza y entusiasmo a
otros ámbitos de nuestras vidas, para demostrarnos a nosotros mismos lo que
como nación somos capaces de alcanzar.
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