No lo hagas si no conviene. No
lo digas si no es verdad…Marco Aurelio
Una de las cosas que nos caracteriza a los mexicanos es
entrometernos en los asuntos de los demás. Tenemos esa costumbre que parece ser
parte de la genética azteca. Pidan o no nuestra opinión, siempre estamos
dispuestos a expresar nuestros puntos de vista. Otra característica muy
peculiar es que cuando nos enteremos de algún asunto privado lo hacemos del
conocimiento de todos. “Nomas no le digas a nadie”, es motivo suficiente para
dar rienda suelta a nuestra capacidad comunicativa.
Hombres y mujeres hacen sus apuestas para saber quienes somos
más chismosos. Hay un empate técnico, lo que cambian son quizás las maneras de
expresar los dichos.
En el plano de la política exterior, México fue ejemplo de
prudencia y discreción. Ello le mereció un lugar en la arena internacional como
uno de los países de mayores enseñanzas para conducir de forma adecuada las
relaciones internacionales.
Fue hasta la llegada de la oposición al poder que este
reconocimiento se vino abajo. Fox y los suyos hicieron todo un "pancho" al dirigir
las relaciones exteriores, pasando escenas en verdad vergonzosas; como aquellas
que ilustraban la vida que se daba el embajador de México en Francia, con
excesos y dispendios comparables solo con los jeques y príncipes del mundo
árabe. Los desaciertos de Chente en cada visita, donde confundía países,
personajes ilustres o hasta las ofensas al no respetar lugares sagrados. El
colmo fue cuando pidió a Fidel que una vez terminará su postre, pasara a
retirarse.
Pero como parte de aquella época donde México tenía un lugar
primordial en el escenario político mundial fue el reconocimiento a Alfonso García Robles en 1982 como
Premio Nobel de la Paz. Fue el primer mexicano en obtener tan alta
condecoración. Su papel dentro de la política exterior, fundamentalmente en el
terreno de las negociaciones por la paz, le hizo merecedor a
esta distinción. Falleció el 2 de
septiembre de 1991.
Los principios de no intervención y autodeterminación de los
pueblos, son muestra de la intención del Estado Mexicano por respetar a los
demás, mantenerse al margen de los conflictos internos de las naciones y
aceptar las formas de conducirse en el plano político.
Debemos los aztecas poner en práctica estos principios para
hacer más llevadera y armoniosas nuestras relaciones con los demás. Ojalá que
la administración federal que está por asumir el poder, vea en este ilustre
mexicano un ejemplo a seguir y rescatar aquello que costó muchos años
consolidar.
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