viernes, 7 de septiembre de 2012

LA GUERRA


Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo…Napoleón Bonaparte.



“La madre de todas las batallas”, así bautizó Sadam Hussein a la invasión norteamericana de 1991. Tropas de la “coalición” invadieron al ejército irakí que había tomado territorio de Kuwait. El saldo de aquella batalla es de todos conocido, el recrudecimiento en la zona dejó serios agravios entre el mundo árabe y occidente desatándose un enfrentamiento ideológico, político, religioso y económico fundamentalmente, que persiste hasta ahora.

El mundo estaba pendiente del acontecer diario de aquella guerra que amenazaba con desestabilizar no solo la zona de medio oriente, que ya de por si estaba convertida en un polvorín, sino de involucrar intereses de otras naciones, lo que hubiese ocasionado una confrontación de mayores consecuencias.

En México a partir de este sexenio el gobierno federal libra una guerra contra organizaciones criminales. El territorio nacional es tierra de nadie, los cárteles han tomado el control y el ejército, marina, en algunos casos con el apoyo de policías estatales y en menor medida municipales, están haciendo frente a estas bandas.
El saldo parece poco halagador. El discurso oficial insiste en que los índices de criminalidad van a la baja, sin embargo, los medios informativos dan cuenta de sucesos que dicen lo contrario, aunado a todos aquellos eventos no registrados de manera oficial en los noticiarios.

Ante cada evento macabro, la autoridad responde con las mismas frases que ya a nadie alientan, por el contrario, dejan ver su inoperancia para hacer frente a esta guerra en la que siguen empeñados, mientras los ciudadanos perdemos la paz, tranquilidad y sobre todo la esperanza.

No es suficiente una reforma policíaca. Más policías, más penales, penas más severas, mejor equipo y armamento, nuevas estrategias y novedosas tácticas de combate no son la solución.

Debemos mirar hacia la recomposición de la sociedad en su conjunto. Recuperar antes que nada la esperanza, la fe y el anhelo de construir un mundo mejor mediante un pacto entre gobierno y sociedad, sin que medie en la autoridad la intención de no cumplir.

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