martes, 11 de septiembre de 2012

09/11


Nunca son tan peligrosos los hombres como cuando se dedican a vengarse de los crímenes que ellos mismos han cometido…Sándor Márai

El 11 de septiembre cobra especial significado en la historia. Los aviones irrumpieron el cielo y dirigieron sus embates contra lo que era uno de los emblemas más representativos de aquella nación, de su poderío e investidura.

El pánico hizo presa de la población civil. Nadie daba crédito de lo que se trasmitía en los canales de televisión. Confusión y el caos reinaban en las calles. La desestabilización de un continente se vislumbraba y los efectos de esta acción podrían tomar consecuencias mayores.
Las sospechas del ataque se estaban cumpliendo. Sendas amenazas habían sido ya lanzas al aire desde semanas atrás, inclusive meses. Por lo que solo era necesario apostar el día en que el ataque sería perpetrado.

Las columnas de humo eran testigo de aquella afrenta contra de los principios, ideales y convicciones de un pueblo, que no debía pagar las consecuencias de un mal gobierno, con acciones de esta naturaleza.
Muchos años han pasado, tiempo en el cual los líderes mundiales tuvieron que sujetarse a los designios del poder, rindiendo culto inclusive al impostor. La tragedia se convirtió en motivo suficiente para primero solidarse con la nación y posteriormente ser parte de sus atropellos e injusticias.
Una nación acostumbrada a arreglar los asuntos que no le parecen mediante las armas, tenía tarde que temprano que sufrir las consecuencias de sus actos.  

Era el año de 1973 cuando los bombazos estremecieron el palacio de la Moneda. Salvador Allende se negó a entregar el poder a los golpistas y de forma patriótica decidió quitarse la vida. Las voces en Chile fueron acalladas por la intolerancia. La llegada de la democracia tuvo un compás de espera bastante amplio. El aprendizaje para esta nación sudamericana la convierte en un bastión de la libertad y la justicia, ejemplo para el resto de las naciones del continente. Esperemos no tener que transitar por escaramuzas como estas, para darnos cuenta de la elemental que resulta vivir en armonía bajo principios democráticos. 

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