La belleza no hace feliz al
que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla…Hermann Hesse
Esta semana
se conmemora un aniversario más de la fundación de Monterrey, de nuestra urbe
que tanto disfrutamos, admiramos, añoramos y madreamos. Irónicamente en esta
celebración estará ausente la máxima autoridad de la Ciudad. El alcalde
anterior buscó dirigir sus destinos con el único propósito de ascender en su
carrera política, menospreciando lo fundamental, que es estar al frente de un
compromiso mayúsculo, de significado vital en el plano social, económico,
financiero, educativo, etc. Al final se fue como las chachas, huyendo de su
encomienda y lo peor, desoyendo el llamado de la autoridad judicial de que
regresara.
Hoy la
ciudad esta inmersa en una severa crisis. Sucia, atestada de violencia, con una
infraestructura obsoleta y en franco deterioro. Los espacios públicos adolecen
de lo elemental. La tan mentada fuente de Neptuno ha pasado más días apagada o
en reparación desde que fue inaugurada. El faro de comercio quedo en el olvido
su rayo laser. Las fuentes junto a la Iglesia del Sagrado Corazón o aquella de
millones de pesos en el parque fundidora, de la misma forma lucen abandonadas
como monumentos fieles al despilfarro y la corrupción.
Las calles y
avenidas que se inauguran con bombo y platillo, parecen maquetas de cartón como
las utilizadas en las producciones de los setentas, en las series de monstruos
del espacio o de ultraman. A la primera
lloviznada se comienzan a carcomer y aparecen los baches y las grietas.
Erigimos
monumentos que describen de manera clara en lo que nos hemos convertido como
comunidad. Tenemos que importar mano de obra de otros estados que ponen la
muestra del esfuerzo y tesón necesarios para ocupar un puesto de trabajo.
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