martes, 18 de septiembre de 2012

SUEÑOS HÚMEDOS


Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá…Quinto Horacio Flaco

El mes de septiembre tiene la característica de ser muy llovedor. La última gran tormenta de la que los regiomontanos recordamos sucedió precisamente en estas fechas hace más de 20 años. Si bien las autoridades dan cuenta del Alex como un tremendo aguacero, para echarle la culpa de sus malas actuaciones, lo cierto es que el Gilberto es sinónimo de muerte y destrucción.

La semana anterior comenzaron en nuestra entidad las fuertes lluvias de la temporada. Como suele suceder nos agarró de noche. Los noticiarios hacen un recuento de las obras inconclusas, de aquellas que se hicieron encima de una cañada o de un arroyo, o de las que dejaron de hacerse para canalizar el drenaje de manera adecuada y evitar así la inundación.

En lugar de traer bendiciones, la lluvia en Monterrey y su área metropolitana provoca miedo, terror y recuerdos fatales. Los planes de contingencia se reducen a poner albergues y disponer de la chequera para reparar viviendas y sustituir enseres domésticos que se han perdido en la corriente.

Los gobiernos no hacen lo propio para despejar las zonas de riesgo, donde por décadas las familias han habitado los márgenes de los ríos, negándose a abandonar. La autoridad  sabedora del inminente desastre no hace más que convertirse en un apaga fuegos, incapaz de actuar de forma preventiva ante la catástrofe.

La historia que se escribirá ya es conocida por todos. La basura obstruyendo las alcantarillas, personas arrastradas por la corriente, casas derrumbadas o llenas de piedras y lodo, y la autoridad despilfarrando recursos que en nada abonan a solventar de forma definitiva muchas de las causas de estas tragedias.

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