En política, un buen empate siempre es un magnífico resultado.
(Onega)
Si esperaban un comentario analizando el debate de ayer, lamento desilusionarlos. El presente fue escrito antes del tan esperado evento.
Cuando acudí a la Universidad (porque han de saber que si fui a la escuela) cursábamos una materia, Historia de las Ideas Políticas, impartida por un profesor de tendencias de izquierda, respetable, serio y muy profesional. Su método de enseñanza consistía en lectura previa y comentarios en clase, aderezados por certeras puntualizaciones de su parte. Un libro de 500 páginas (sin muñequitos), un gis y mucha voluntad, hacían de aquella clase un deleite.
La manera de evaluar el curso era simple. Hacia papelitos en el cual colocaba el nombre del tema, los metía en un vaso de hielo seco y decía con una voz solemne. Tome uno; lo abrías y comenzabas a exponer. Este tipo evaluación implicaba réplicas continuas por parte del maestro, quien muy a su estilo tomaba notas y calificaba de manera objetiva. Si al primer minuto no dabas al clavo, el profe decía: Puede salirse joven, asumiendo que no habías estudiado y que era no necesario evocar a Cantinflas. Nunca nadie se quejó, incluíos los que reprobaban que en esta condición estaban cerca del 50% de los alumnos.
Los debates en México se ahorcan entre demasiadas reglas. No son un debate, son una exposición del candidato sobre lo que hará en caso de ganar. La ambigüedad en el tema nos lleva a propuestas simplonas. “Combatiré la inseguridad”…a poco?, Crearé muchas Universidades…no me digas?
Sería mejor que el moderador fuera mi profe de la facultad. Colocar 20 papelitos con temas diversos de interés nacional, que los candidatos desconocieran, tomase uno y tuviera 5 minutos para exponerlo, desde conocimiento sobre el mismo, plantear el problema y señalar las maneras de afrontarlo. Obviamente, con las intervenciones debida del moderador cuando el susodicho se nos salga por la tangente.
Cada candidato tendría 2 minutos para comentar lo expuesto por el contrincante, el cual a su vez haría una conclusión de 2 minutos. Este ejercicio implica una hora y es mucho más provechoso que el escuchar retorica y demagogia que no conduce a nada.