lunes, 14 de mayo de 2012

Que Poca...


La democracia es una forma de gobierno en la que cada cuatro años se cambia de tirano…Lenin
Cuando por la televisión veíamos las imágenes de la caída del régimen de Sadam Husein o la captura y asesinato del líder Libio Muamar Gadafi, los noticiarios daban cuenta de las mansiones de estos personajes, que dicho sea de paso se habían enriquecido a costa del pueblo.
Los palacios de tan ilustres gobernantes contrastaban con las condiciones en las que viven estos pueblos. Naciones en las cuales la prosperidad dista mucho de ponerse al alcance de todos. Su principal fuente de riqueza es el petróleo, elemento cotizado por las nubes desde hace casi 10 años.
Los Griegos de la antigüedad desarrollan un sistema político novedoso para su época. La democracia era la forma de gobierno que imperaba en las ciudades estado, donde la participación social era eje fundamental y sostén del sistema. 
Si bien no todos los habitantes tenían los mimos privilegios en las tareas de gobernar, existían instituciones políticas suficientemente fortalecidas y representadas por la mayoría, que permitían su buen funcionamiento.
El punto neurálgico en el que se centraban las discusiones políticas de aquella época, tenían que ver con las formas de gobierno y las implicaciones éticas en el ejercicio del poder en cada una de ellas.
La justicia, honradez, respeto, se convertían en baluartes sobre los cuales debería construirse un buen gobierno. 
Cuando en la televisión mexicana se daban a conocer las propiedades del Negro Durazo, jefe de la policía capitalina en el sexenio de López Portillo, la sociedad mexicana se sintió ofendida. El lema de campaña del candidato oficial fue precisamente la renovación moral, como respuesta a esos excesos que se personificaron en la figura del ilustre policía.
Hoy en día contemplar las propiedades de nuestros políticos ya no ofende a nadie. Damos por un hecho que los encumbrados en esta actividad y en aquellas que giran en torno a esta, deben como condición indispensable vivir con lujos que ni los llamados tiranos como Sadam o Gadafi gozaron.  Quizás no tengamos tanto petróleo, pero si les ganamos en la riqueza patrimonial de nuestros gobernantes.



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