lunes, 28 de mayo de 2012

Fuente Ovejuna

La justicia es el pan del pueblo; siempre está hambriento de ella…René Chateaubriand
Fuente Ovejuna
Félix Lope de Vega,  escribió en el siglo XV una de sus obras más destacadas en la cual narra la insurrección de un pueblo que se levanta contra la injusticia y los abusos de poder, haciendo gala de unión y anhelo  de justicia dan cuenta del Comendador que ha perpetrado un crimen contra un miembro de la comunidad. Ante los llamados del Rey para intentar imponer el orden, el pueblo mismo asume su responsabilidad y confiesa el acto reclamado.

En aquella época eran aun desconocidos los derechos ciudadanos. Los sistemas políticos o de gobierno  daban cuenta de una relación entre el rey o señor feudal y la población basada en el trabajo, el pago de tributos y la salvaguarda de los territorios.

A cuatrocientos años de distancia mucho se ha avanzado por el reconocimiento de nuestros derechos, permitiendo avances significativos en el desarrollo de una sociedad que aspira a vivir en un estado democrático y todo lo que ello implica.

Cada vez resulta más evidente la sed de justicia del pueblo mexicano.  A pesar de tener un pasado histórico lleno de acontecimientos donde la voz de la autoridad se impone por encima de la ley y de la misma sociedad, la esperanza de encontrar caminos adecuados por vías institucionales sigue latente. Sin embargo, es de destacar acontecimientos como los de la semana anterior, donde pasajeros de un autobús dieron muerte a un asaltante y dejaron herido a otro.

Los comentarios en los medios informativos y redes sociales daban crédito casi de forma unánime de la aprobación del acto cometido por los pasajeros, inclusive al grado de reprochar el que hayan dejado con vida al otro delincuente.

Es común observar en los noticiarios sobre las capturas de maleantes, quienes cuentan un pasado delincuencial bastante amplio y que sin embargo,  gozan de libertad solapada y auspiciada por la autoridad, quien no puede explicar porqué dicho personaje se encuentra en las calles aun y cuando ha sido capturado y llevado a prisión en ocasiones anteriores.

Este tipo de acontecimientos pone de manifiesto el nivel de corrupción en  las autoridades encargadas de perseguir y capturar a los delincuentes e impartir justicia; provocando con ello un sentimiento de desconfianza y a su vez de desesperanza. ¿Y ahora quién podrá defendernos?

En alusión a este cuestionamiento, al igual que los pasajeros de camión, no existen muchas alternativas. Una autoridad secuestrada y empañada en su labor por la corrupción y la delincuencia, poco tiene que ofrecer a la sociedad para mantenerla unida, segura y libre.

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