martes, 2 de octubre de 2012

YO TAMBIÉN SOY 2 DE OCTUBRE


No puedo prestar juramento a una bandera si no sé quién la está sujetando…Peter Ustinov


44 años han pasado ya de aquella tarde trágica en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. El hecho fue la puntilla que evidenciaba el autoritarismo y el terror de un régimen que inclusive continuó por algunos años más. Los asomos democráticos tardaron todavía algunos años en que comenzarán a vislumbrarse; la tarea aun no ha concluido, la lucha se mantiene en pie.

Las exigencias de los jóvenes de aquel entonces eran auténticas. Si bien detrás del movimiento pudieron colarse grupos políticos que buscaban obtener sus ganancias, la esencia del mismo era producto de un cambio mundial en pro del respeto a derechos fundamentales.

Este mismo año, un grupo de jóvenes iniciaron lo que parecía un movimiento fuerte, sólido y capaz de cambiar el rumbo de las cosas en las pasadas elecciones. Lo que comenzó como una manifestación para defender su integridad, se convirtió en una bandera de lucha con la que millones de personas lograron identificarse.
Pero este tipo de movimientos requieren de una estructura sólida que les permita mantenerse. Necesita liderazgo, financiamiento, un discurso sólido que acarree a la multitud, la fortaleza suficiente para no sucumbir ante las tentaciones de grupos políticos ya consolidados que podrían desvirtuar la causa y sobre todo constancia.

Si bien todavía este grupo parece mantener cierta presencia, la idea original está pasando a segundo plano, inclusive no logró llegar al día de la elección con la fuerza suficiente para cumplir su cometido.

Este tipo de movimientos pueden servir a las generaciones actuales y futuras para darse cuenta que la sociedad cuando pretende causas justas, auténticas y planteadas bajo esquemas políticos sólidos pueden generar cambios en los sistemas y en las conciencias. 

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