De los fumadores podemos aprender la tolerancia. Todavía no conozco uno
solo que se haya quejado de los no fumadores…Alessandro Pertini
Steven Paul Jobs
cumplió un año de su partida de este mundo. Finalmente perdió la batalla contra
el cáncer con quien convivió los últimos
años de su vida. En el garaje de su casa fundó lo que sería la empresa de
informática más importante del mundo. Considerado por muchos uno de los genios
más destacados del siglo pasado y presente, Jobs tuvo una adolescencia acorde
con el estilo de vida de los estadounidenses de clase media.
Salió de la
universidad por falta de recursos y se dedicó a fincar las bases de su
proyecto. Colaborando en empresas de juegos electrónicos adquirió la
experiencia necesaria y conoció a quienes a la postre serían parte fundamental
de su empresa.
Dicho por él propio Jobs, fue consumidor de drogas. Se subió
a todos los juegos; desde marihuana, ácidos, metanfetaminas, todo lo disponible
en el mercado. Estas confesiones nunca hicieron mella en sus logros. En el
mundo no se le ha restado mérito alguno a su capacidad e ingenio.
¿Cuántos personajes admirados y respetados en el mundo de las
artes, la ciencia, la academia o la burocracia, son aficionados asiduos al
consumo de sustancias prohibidas? ¿Por qué
la sociedad condena al consumidor de estupefacientes en función de su
estatus económico o posición social?
Los estereotipos que hemos creado y que ciertos sectores
sociales se encargan de posicionar, ocasionan que no se logre percibir el
fenómeno del consumo de las drogas como lo que verdaderamente es. Si bien
tiene un alto contenido de violencia,
esto es provocado en buena medida por la perseverante visión que los gobiernos
en el mundo han buscado mantener en la población respecto de los daños y
efectos en su uso o consumo.
Quizás efectivamente las drogas sean tan nocivas, que
ocasionaron que Jobs alcanzara las glorias en el mundo de la computación, de
otro modo sus logros serían de una mayor envergadura.
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