Es
lícito violar una cultura, pero con la condición de hacerle un hijo…Simone de Beauvoir
Celebramos
recientemente la llegada de los españoles a América. Esta cita trajo
consigo la fusión de culturas que antes se creían inexistentes para el hombre
del viejo continente. Los historiadores escriben teorías sobre la manera como
esta integración social se dió. Si fué Colón, Américo, u Magallanes, lo cierto
es que Europa y América se integraron, dejando con ello un legado de enseñanzas,
destrucción y saqueos, conductas cien por cierto humanoides.
El hombre
desde sus orígenes ha tenido en su mente la exploración y conquista de
territorios. Mide su fortaleza en función de la posesión y dominio de
extensiones de tierra. Bajo esta premisa utiliza todo cuanto tiene a su alcance
para lograrlo.
Usa para tal
propósito la fuerza, la organización y administración de los ejércitos, inventó
armas y naves para surcar los océanos, le dio forma al bien y al mal para
someter a sus enemigos, en fin todo cuanto tuvo a su alcance.
Hoy en día
las conquistas se presentan con la misma vehemencia. Las grandes corporaciones
comerciales en contubernio con los gobiernos hacen de las suyas para someter y
conquistar territorios, como sinónimo de poder.
Por otro
lado la población logra aprovechar los pequeños resquicios que la ley y la
naturaleza le proporcionan para contrarrestar los efectos gubernamentales por inventar
y controlar las fronteras. La humanidad ha encontrado sus maneras de acercarse
a pesar de la distancia. Los medios de información y comunicación se
diversifican y las barreras naturales se hacen polvo ante la inminencia de la
proximidad mediante las palabras.
El hombre
busca con afán su identidad mediante sus encuentros, por el contrario el poder
busca someter al hombre a través de la obediencia, temor y consumo.
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