lunes, 25 de junio de 2012

Vivir en las alturas...


Ciudad grande, soledad grande…Estrabón de Amasia

Durante años los pueblos se apostaron a las márgenes de los ríos. Las grandes civilizaciones se desarrollaron en espacios donde el agua era abundante y permitía la supervivencia. Pero las grandes transformaciones climáticas obligaron a los pueblos a buscar refugio precisamente para salvaguardarse del agua en exceso, colonizando las partes altas.

Muchos grupos de pobladores que siguen viviendo cerca de los ríos y lagunas han optado por construir sus viviendas en los árboles, o bien diseñar sus construcciones muy por encima del agua, permitiendo alejarse del peligro de las crecientes y de los animales que por ahí deambulan.

Las tribus que habitan en las espesas selvas suelen construir sus refugios alejados del suelo para evitar que alimañas, insectos y depredadores puedan sacar provecho. El instinto de supervivencia se logra imponer.
En los últimos años nos estamos acostumbrando a acudir a bares y restaurantes ubicados las partes altas de las tan numerosas plazas comerciales; alejados del peligro y la violencia que hace presa a nuestra ciudad, estos comercios se apuestan en las alturas.

Con el afán de salvaguardar a sus clientes, los restauranteros compran o rentan las partes más altas de las construcciones. Mientras la autoridad se la pasa planeando, echándose la pelotita unos a otros, buscando excusas, entre mil cosas más. Los trasnochadores deben subir a las azoteas a disfrutar la noche “alejados” de la criminalidad.

Pero como fiel depredador, los delincuentes saben que las presas en algún momento habrán de bajar. Lo que hace que trepar a las alturas a divertirse no sea del todo seguro.

Los hábitos de la sociedad suelen cambiar más aprisa de lo que nos imaginamos. Mientras no seamos capaces de mantener el estatus que nos haga sentir a gusto, seguros y confiados, veremos severas transformaciones en nuestras maneras de vivir. Antes beber nos permitía subir a las alturas de la inconciencia, ahora tenemos que subir a la inconciencia de la violencia para poder beber. 

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