martes, 19 de junio de 2012

Esposos Desesperados


La mujer llora antes del matrimonio, el hombre después…Proverbio polaco


En muchas de las sociedades en el mundo la Supremacía del varón sobre la mujer está pasando a segundo término. El advenimiento y reconocimiento de los derechos de la mujer han ocasionados cambios significativos en el comportamiento social.

Los roles en el matrimonio van cambiando y cada vez es más común observar a hombres llevar a cabo tareas que hasta hace algunos años eran propias de las mujeres.  Los llamados mandilones comienzan a verse por doquier. Asumen sus responsabilidades con dignidad (no les queda de otra) e inclusive gustosos van por ahí tratando de convencerse a si mismo y a sus amigos que no hay mejor manera de llevar un matrimonio por la senda de la felicidad,  que cumpliendo a cabalidad con las labores de la casa.

Lo que antaño era visto como una deformación de la sociedad y del matrimonio, hoy en se ve con agrado. Motivo de exaltación, orgullo e incluso hombría. Tomar la escoba y barrer la calle, ir al supermercado, hacer la comida, cambiarle los pañales a la criatura, en fin, actividades que deben compartirse entre esposos e incluso asumirse como propias para el hombre.

La adopción de derechos en cualesquier democracia, implica siempre un paso irreversible. Lo que se ha ganado por las buenas solo podrá ser  arrebatado por las malas. Es así como cada día será más común observar hombres desarrollando estas actividades, eso sí, no siempre por las buenas.

Es común escuchar frases entre los amigos: ¿si vieras como me desestrezo lavando vasijas?; deberías probar lavar y planchar las sábanas, es como ir al gimnasio; trapear me ha fortalecido todo, incluso el ego. No se como estas actividades que nos causan tanta satisfacción, antaño eran motivo de severas discusiones, dolores de espalda y hasta distanciamiento íntimo.

Sin embargo, ser parte de las actividades domésticas no se ha cosechado de manera sencilla. Incorporar a los hombres a tan nobles tareas ha traído consigo confrontaciones. Las mujeres se convierten en guardianas celosas de la calidad y disciplina. Las cosas deben hacerse solo de la manera como ellas las harían, de los contrario la actividad deberá repetirse una y otra vez. De no ser así, se asume que no se esta realizando gustoso y por consiguiente deja de cumplir su cometido. Remata la doncella: "ME DAS DOBLE TRABAJO, MEJOR YO LO HAGO".

No se está permitido beber cerveza mientras se desarrolla alguna tarea domestica, tampoco encender la tv y ver algún deporte, pues distracciones como estas, pueden afectar el resultado final. Las mujeres pueden ver la novela, ayudar a la criatura a hacer ecuaciones de segundo grado, hablar por teléfono y chatear en el face, mientras planchan las camisas; sus dotes femeninos les permiten hacer varias cosas a la vez; cosa que los hombres no pueden.

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