La mujer llora antes del
matrimonio, el hombre después…Proverbio polaco
En muchas de las sociedades en el mundo la Supremacía del varón sobre la mujer está pasando a segundo término. El advenimiento y reconocimiento de los derechos de la mujer han ocasionados cambios significativos en el comportamiento social.
Los roles en el matrimonio van cambiando y cada vez es más común
observar a hombres llevar a cabo tareas que hasta hace algunos años eran
propias de las mujeres. Los llamados
mandilones comienzan a verse por doquier. Asumen sus responsabilidades con
dignidad (no les queda de otra) e inclusive gustosos van por ahí tratando de
convencerse a si mismo y a sus amigos que no hay mejor manera de llevar un
matrimonio por la senda de la felicidad,
que cumpliendo a cabalidad con las labores de la casa.
Lo que antaño era visto como una deformación de la sociedad y del matrimonio,
hoy en se ve con agrado. Motivo de exaltación, orgullo e incluso hombría. Tomar
la escoba y barrer la calle, ir al supermercado, hacer la comida, cambiarle los
pañales a la criatura, en fin, actividades que deben compartirse entre esposos
e incluso asumirse como propias para el hombre.
La adopción de derechos en cualesquier democracia, implica siempre un
paso irreversible. Lo que se ha ganado por las buenas solo podrá ser arrebatado por las malas. Es así como cada
día será más común observar hombres desarrollando estas actividades, eso sí, no
siempre por las buenas.
Es común escuchar frases entre los amigos: ¿si vieras como me
desestrezo lavando vasijas?; deberías probar lavar y planchar las sábanas, es
como ir al gimnasio; trapear me ha fortalecido todo, incluso el ego. No se como
estas actividades que nos causan tanta satisfacción, antaño eran motivo de
severas discusiones, dolores de espalda y hasta distanciamiento íntimo.
Sin embargo, ser parte de las actividades domésticas no se ha cosechado
de manera sencilla. Incorporar a los hombres a tan nobles tareas ha traído
consigo confrontaciones. Las mujeres se convierten en guardianas celosas de la
calidad y disciplina. Las cosas deben hacerse solo de la manera
como ellas las harían, de los contrario la actividad deberá repetirse una y
otra vez. De no ser así, se asume que no se esta realizando gustoso y por
consiguiente deja de cumplir su cometido. Remata la doncella: "ME DAS DOBLE
TRABAJO, MEJOR YO LO HAGO".
No se está permitido beber cerveza mientras se desarrolla alguna tarea
domestica, tampoco encender la tv y ver algún deporte, pues distracciones como
estas, pueden afectar el resultado final. Las mujeres pueden ver la novela,
ayudar a la criatura a hacer ecuaciones de segundo grado, hablar por teléfono y
chatear en el face, mientras planchan las camisas; sus dotes femeninos les
permiten hacer varias cosas a la vez; cosa que los hombres no pueden.
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