La justicia es el pan del pueblo; siempre está hambriento de ella…René
Chateaubriand
Fuente Ovejuna |
Félix Lope
de Vega, escribió en el siglo XV una de
sus obras más destacadas en la cual narra la insurrección de un pueblo que se
levanta contra la injusticia y los abusos de poder, haciendo gala de unión y
anhelo de justicia dan cuenta del
Comendador que ha perpetrado un crimen contra un miembro de la comunidad. Ante
los llamados del Rey para intentar imponer el orden, el pueblo mismo asume su
responsabilidad y confiesa el acto reclamado.
En aquella
época eran aun desconocidos los derechos ciudadanos. Los sistemas políticos o
de gobierno daban cuenta de una relación
entre el rey o señor feudal y la población basada en el trabajo, el pago de
tributos y la salvaguarda de los territorios.
A
cuatrocientos años de distancia mucho se ha avanzado por el reconocimiento de
nuestros derechos, permitiendo avances significativos en el desarrollo de una
sociedad que aspira a vivir en un estado democrático y todo lo que ello implica.
Cada vez
resulta más evidente la sed de justicia del pueblo mexicano. A pesar de tener un pasado histórico lleno de
acontecimientos donde la voz de la autoridad se impone por encima de la ley y
de la misma sociedad, la esperanza de encontrar caminos adecuados por vías
institucionales sigue latente. Sin embargo, es de destacar acontecimientos como
los de la semana anterior, donde pasajeros de un autobús dieron muerte a un
asaltante y dejaron herido a otro.
Los
comentarios en los medios informativos y redes sociales daban crédito casi de
forma unánime de la aprobación del acto cometido por los pasajeros, inclusive
al grado de reprochar el que hayan dejado con vida al otro delincuente.
Es común
observar en los noticiarios sobre las capturas de maleantes, quienes cuentan un
pasado delincuencial bastante amplio y que sin embargo, gozan de libertad solapada y auspiciada por la
autoridad, quien no puede explicar porqué dicho personaje se encuentra en las
calles aun y cuando ha sido capturado y llevado a prisión en ocasiones
anteriores.
Este tipo de
acontecimientos pone de manifiesto el nivel de corrupción en las autoridades encargadas de perseguir y
capturar a los delincuentes e impartir justicia; provocando con ello un
sentimiento de desconfianza y a su vez de desesperanza. ¿Y ahora quién podrá
defendernos?
En alusión a
este cuestionamiento, al igual que los pasajeros de camión, no existen muchas
alternativas. Una autoridad secuestrada y empañada en su labor por la
corrupción y la delincuencia, poco tiene que ofrecer a la sociedad para
mantenerla unida, segura y libre.