El tiempo no es
sino la corriente en la que estoy pescando…Thoreau
Harto revuelo a ocasionado la lista
de deberes que una madre entregó a su hijo si es que quería hacerse merecedor
de un iPhone. Fue de tal magnitud la nota que ha sido objeto de comentarios en
los medios informativos estelares. Las razones que motivaron a la madre eran
obvias. Buscar hacer más responsable y consciente a la criatura que recibiría
un obsequio de esa talla.
En estos tiempos sorprende como los padres
hemos llegado al extremo de ser permisibles con nuestros hijos. No queremos
batallar y terminamos siendo vencidos por los pedimentos de los infantes, ante
el temor de que las negativas, reprimendas o regaños causen estragos en sus
conductas.
A menudo los padres dicen ser
complacientes con los hijos, debido a que ellos carecieron de tales beneficios
materiales y no desean que sus hijos crezcan en las mismas circunstancias. Al
final no son más que excusas que encontramos para justificar nuestras deficiencias
como padres y la falta de espacio para mostrar verdaderamente los afectos,
reduciéndolos a la compra de objetos.
Para mí y muchos de esa generación,
leer una letanía de condiciones para el uso y disfrute de un bien no es algo
nuevo. Los padres solían condicionar los permisos, el dinero y los regalos.
Primero porque el dinero no abundaba, además era una responsabilidad paternal
hacernos entender el costo de las cosas y los que implicaba "ganarse los
centavos". Segundo, porque el dar significaba asumir una responsabilidad como
hijos, orientada a contribuir con buenos comportamientos, cumplimento de
obligaciones escolares y apoyo en las labores domésticas.
Estamos pasando a ser una sociedad
más anárquica, donde las reglas quedan en el olvido y su uso significa
conflicto, intolerancia y falta de respeto. Los papeles se han invertido.
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