Con
una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver…Proverbio
judío
Uno de los
eventos con que conmemoramos el bicentenario de nuestra independencia y centenario
de nuestra revolución, gestas más emblemáticas de la historia mexicana, fue el
poner a la vista de los aztecas los restos de nuestros héroes.
El acto en
sí mismo resultaba para mi punto de vista algo grotesco y
fuera de lugar. Exhibir restos humanos parecería morboso y sin valor alguno.
Sin embargo, a pesar de todo se llevó a cabo con una ceremonia faraónica. Se
dispuso de todos los medios y recursos para llevarlo a cabo. Las calaveras
fueron paseadas por Reforma y depositadas en el museo para que millones de
mexicanos reconocieran los restos de quienes lucharon por darnos patria y
libertad.
Pasó el
tiempo y una vez que la pachanga terminó, comenzaron las conjeturas y
suspicacias. ¿Serían en verdad estos los restos de nuestros próceres? La verdad
era dudoso, si los ahí sepultados fueron para el sistema de aquel entonces
revoltosos, delincuentes o forajidos, era difícil que alguien se haya dado a la
tarea de conservar sus cuerpos.
Pero nos
dispusimos a creer que si, que alguien en su momento se encargó de dar
cristiana sepultura a estos personajes y posteriormente irlos juntando tal y
como se reunieron la liga de la justicia o los hombres X.
Para
sorpresa del pueblo mexica aquellos esqueletos que se pusieron ante los ojos de
la nación no son quienes dicen que son. En las cajas hay de todo. Huesos de
mujeres, niños y hasta venados, dice el informe redactado por los forenses
especialistas.
Nuestra
nación una vez más se ve envuelta en un escandalo donde reinan la mentira y el
engaño. Se prestó a esta situación el mismo presidente. Un país que no puede
dar cause de forma certera a su pasado, difícilmente podrá construir con
verdades su futuro.
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