La libertad
no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres…Manuel Azaña
Los paisas
que regresan a suelo azteca añoran el calor de hogar. Muchas veces la
repatriación se debe a factores económicos, legales o laborales. Sin embargo,
los sentimentalismos también están presentes entre esas causas. Extrañar el
terruño, los amigos, la familia, las costumbres que muchas veces no pueden
manifestarse de la misma forma en patio ajeno.
La frase
indiscutible de aquellos que han decido regresar a la querencia es, COMO MÉXICO
NO HAY DOS. Antaño hacía referencia a los múltiples derechos y libertades de
las que gozábamos los mexicas, a pesar de las penurias en las que vivíamos. Era
una especie de consuelo el saberse poseedor de garantías que no se cambiaban
por nada.
Hacer valer
esos derechos dignifica el cuerpo y el alma. Si bien existen serios problemas
económicos, sociales y políticos; los esfuerzos democratizadores comenzaban a
tener impacto en la sociedad.
Sin embargo en
los últimos años algo comenzó a fallar en este modelo. La inseguridad hizo
mella en el tejido social, suprimiendo libertades ganadas a pulso. Pero no me
refiero únicamente a la inseguridad patrocinada y auspiciada por el crimen
organizado. Sino aquella perpetrada desde el interior de las instituciones del
estado.
La libertad
de transitar esta suprimida. Ir a la tienda de la esquina después de las diez
de la noche es un suicidio. Transitar por las carreteras para gozar de una
merecidas vacaciones, implica jugarte el pellejo. Ejercer la libre expresión a
través del periodismo es un acto de heroísmo. Tener acceso a la salud de forma
efectiva y eficiente requiere de pagar mucho dinero, pues los servicios de
salud de estado son deficientes, obsoletos e insuficientes; la educación a la
que tienen acceso la mayoría de los mexicanos, evalúa parcialmente a sus
mentores y los alumnos son sometidos s pruebas que solo nos indican lo que a
todas luces podemos ver; el grave deterioro en el que estamos empantanados
desde hace años.
El salario
mínimo no alcanza más que para comprar kilo y medio de huevo o 4 kilos de
tortillas o 5 viajes de camión. El acceso a una vivienda digna, es parte de una
mentira y un engaño. Las casas destinadas a los trabajadores son una ofensa a
la dignidad humana, al margen de los estándares internacionales.
El derecho a
la información está secuestrado por la burocracia y un sistema legaloide
oneroso, complejo y a todas luces ventajoso, donde pierde siempre el ciudadano.
Y para colmo, el derecho a ser votado está fuera del alcance de la mayoría de
los mexicanos, que para poder hacerlo valer deben agruparse en las amafiadas
organizaciones políticas llamadas partidos. Por último, tú voto. Que aprovechándose
de la pobreza económica e intelectual de una gran parte de compatriotas, los
partidos ofrecen migajas a cambio de voluntades.
¿Y la
democracia apa?
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