lunes, 16 de julio de 2012

Como México... ¡no hay dos!


La libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres…Manuel Azaña

Los paisas que regresan a suelo azteca añoran el calor de hogar. Muchas veces la repatriación se debe a factores económicos, legales o laborales. Sin embargo, los sentimentalismos también están presentes entre esas causas. Extrañar el terruño, los amigos, la familia, las costumbres que muchas veces no pueden manifestarse de la misma forma en patio ajeno.
La frase indiscutible de aquellos que han decido regresar a la querencia es, COMO MÉXICO NO HAY DOS. Antaño hacía referencia a los múltiples derechos y libertades de las que gozábamos los mexicas, a pesar de las penurias en las que vivíamos. Era una especie de consuelo el saberse poseedor de garantías que no se cambiaban por nada.
Hacer valer esos derechos dignifica el cuerpo y el alma. Si bien existen serios problemas económicos, sociales y políticos; los esfuerzos democratizadores comenzaban a tener impacto en la sociedad.
Sin embargo en los últimos años algo comenzó a fallar en este modelo. La inseguridad hizo mella en el tejido social, suprimiendo libertades ganadas a pulso. Pero no me refiero únicamente a la inseguridad patrocinada y auspiciada por el crimen organizado. Sino aquella perpetrada desde el interior de las instituciones del estado.
La libertad de transitar esta suprimida. Ir a la tienda de la esquina después de las diez de la noche es un suicidio. Transitar por las carreteras para gozar de una merecidas vacaciones, implica jugarte el pellejo. Ejercer la libre expresión a través del periodismo es un acto de heroísmo. Tener acceso a la salud de forma efectiva y eficiente requiere de pagar mucho dinero, pues los servicios de salud de estado son deficientes, obsoletos e insuficientes; la educación a la que tienen acceso la mayoría de los mexicanos, evalúa parcialmente a sus mentores y los alumnos son sometidos s pruebas que solo nos indican lo que a todas luces podemos ver; el grave deterioro en el que estamos empantanados desde hace años.
El salario mínimo no alcanza más que para comprar kilo y medio de huevo o 4 kilos de tortillas o 5 viajes de camión. El acceso a una vivienda digna, es parte de una mentira y un engaño. Las casas destinadas a los trabajadores son una ofensa a la dignidad humana, al margen de los estándares internacionales.
El derecho a la información está secuestrado por la burocracia y un sistema legaloide oneroso, complejo y a todas luces ventajoso, donde pierde siempre el ciudadano. Y para colmo, el derecho a ser votado está fuera del alcance de la mayoría de los mexicanos, que para poder hacerlo valer deben agruparse en las amafiadas organizaciones políticas llamadas partidos. Por último, tú voto. Que aprovechándose de la pobreza económica e intelectual de una gran parte de compatriotas, los partidos ofrecen migajas a cambio de voluntades.
¿Y la democracia apa?

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