La hipocresía exterior, siendo pecado en lo moral,
es grande virtud política…Francisco de Quevedo
Parecía que las cosas estaba en
completa paz, al menos así lo querían hacer creer quienes se encargan de
informarnos. La opinión pública nacional e internacional habían dado su
veredicto. Las elecciones fueron ejemplarmente limpias. Los organismos intermedios
se sumaron a las declaraciones triunfalistas y al margen de toda duda, ni
tardos ni perezosos dieron su visto bueno al proceso electoral.
La condena ha sido mayúscula por
parte de los comentaristas (casi todos) contra del candidato de las izquierdas,
a quien han tachado de violento, de no saber perder, de ardido, de inconforme,
de agitador y muchos más descalificativos.
Pero nunca falta el prietito en
el arroz. Ahora el propio Presidente de la República en entrevista radiofónica
ha condenado la compra de votos e hizo un llamado a las autoridades competentes
para que investiguen hasta sus últimas consecuencias, estas prácticas que
lesionan la legitimidad y credibilidad del proceso electoral.
A la par de este llamado, las
voces ciudadanas en varias urbes del país se están haciendo escuchar. No son
cientos, sino miles de manifestantes que reclaman la acción pronta del estado
para esclarecer los acontecimientos que empañan esta elección.
A pesar de la prontitud con que
los casi todos los medios de comunicación quisieron calificar la elección como
histórica, sin respetar siquiera los tiempos oficiales para dichas
declaratorias, se están viendo presionados por estos movimientos y por los
dichos del Presidente de que efectivamente hubo fallas. Y lo peor, que dichas
fallas pueden en su momento descalificar el resultado.
Muchos medios informativos nos
quieren hacer creer que el pueblo azteca es lo suficientemente culto e
inteligente como para no dejarse comprar por 500 pesos. La realidad dista mucho
del comentario. Es tal la pobreza y exclusión en la que vive el pueblo, la
desesperanza y la ausencia de anhelos que es presa fácil de este tipo de
prácticas.
Para formar un pueblo cívicamente
debemos comenzar por respetar su voluntad, sin intermediarios, sin la coacción
que les impida hacerse valer, sea cual sea su decisión.
Y cual es la voluntad del pueblo? Hacer negocio con la docracia?
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