A los inteligentes se les reconoce por sus
respuestas, a los sabios por sus preguntas…Naguib Mahfouz
El verano en México implica entre
otras cosas la llegada del fin del ciclo escolar. Millones de niños y jóvenes
concluyen sus actividades educativas para disfrutar de casi dos meses de
completa calma.
Para muchas familias (cada vez menos)
estos meses se aprovechan para vacacionar. Los servicios turísticos suelen
aumentar sus precios, buscando con ello aprovechar la temporada y solventar los
estragos de los meses bajos.
Los padres de familia que no pueden
salir a vacacionar se ven en verdaderos aprietos para mantener entretenidos a
los pequeños siempre inquietos y habidos de entretenimiento. Muchos espacios
culturales y educativos ofrecen campamentos de verano. Los hay de todos los
precios y de todo tipo de actividades.
Durante el presente año, muchas escuelas
públicas abrieron sus puertas para ofrecer actividades culturales y recreativas
para los niños, medida por demás interesante y atractiva para los infantes y
para los padres de familia, que después de la segunda semana de receso ya no
saben que hacer con sus hijos.
Las escuelas deberían ofrecer de
manera generalizada este tipo de actividades. Reactivar la vocación de la
escuela como centro de integración en la comunidad, donde no solo los niños
encuentren espacios de formación, entretenimiento y difusión de la cultura. Y
que además se ofrezcan durante todo el año.
Es preciso reconvertir esta vocación
del centro escolar. Dotarlo de las herramientas necesarias y el capital humano
lo suficientemente preparado para atender actividades recreativas, deportivas,
artísticas y culturales.
En la medida que los niños y sus
padres tengan al alcance alternativas
viables, económicas y fundamentalmente formativas durante las vacaciones, se
logrará dar los primeros pasos para fortalecer las capacidades de las escuelas
como espacios de formación y con ello alcanzar una formación integral del
individuo.
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