jueves, 19 de julio de 2012

Que 40 años no es nada…


A veces la vida tiene un cruel sentido del humor al concederte lo que siempre querías precisamente en el momento menos oportuno…Lisa Kleypa

En los Estados Unidos, un ciudadano californiano avecindado en Texas, encontró su vehículo que le había sido robado en 1970. De manera casi fortuita descubrió que su coche era subastado en un sitio por internet. Dio aviso a la policía y después de algunas indagatorias le fue devuelta la unidad.

La espera fue larga pero valió la pena. En nuestro México lindo y querido un caso similar hubiera tenido desastrosas consecuencias para el dueño. Primeramente habría que pagar los refrendos, tenencias atrasadas, cambios de placas e infracciones cometidas durante todo ese tiempo, eso sin contar los recargos respectivos. Lo anterior aun y cuando hubieses demostrado que el coche no estuvo en tu posesión y uso durante más de cuatro décadas.

En este caso el coche fue recuperado y posteriormente entregado a su original dueño, obviamente antes pasó por los procesos de verificación de documentos. Mientras esto sucedía el vehículo estuvo bajo resguardo de la autoridad. En nuestro país esa estancia en el corralón hubiera corrido por tu cuenta a razón de casi 1000 pesos diarios. Casi casi el costo por noche en un hotel de 5 estrellas.

Pero además de cubrir los costos del corralón, se corre el riesgo de encontrar el vehículo en penosas condiciones. Sin copas, espejos, vistas, estéreo, ni batería. Esto en el mejor de los casos, porque es común que los coches desaparezcan de ahí como por arte de magia.

Una vez cubierto todos los costos de la burocracia hay que apersonarse con el personal respectivo para hacer las aportaciones voluntarias a manera de recompensa. Aquí le decimos pa las sodas. Al fulano del corralón, a pesar de encontrar el coche hecho añicos. A los ministeriales que se hicieron cargo de la investigación, aun y cuando tu hayas encontrado tu coche. Al comandante y jefe de grupo, al jefe de turno que levantó el acta de robo, al del mostrador que te atendió las treinta veces que fuiste a preguntar por tu asunto que acababas de resolver.

Así que si por casualidad encuentras tu coche después de 40 años, piensa dos veces antes de denunciarlo. 

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