Adolf Hitler
Las mentiras son parte de la vida cotidiana, pero para los aztecas el culto a esta práctica lleva consigo devoción y creatividad. No basta decir mentiras, sino que los demás se las crean.
En el plano amoroso y romántico esta práctica suele tener su recompensa. Te bajaré la luna y las estrellas, misión imposible, pero que sin embargo, deja onda huella en el corazón de la doncella, al grado de desbordar lágrimas y dar el sí.
Acuñamos frases con el ánimo de convencer. En política la persuasión es una forma de allegarnos de adeptos. El juego del poder implica convencer y muchas veces se da a partir del uso de elementos no muy apropiados, como la mentira.
Las
autoridades municipales en nuestro estado de Nuevo León, han concluido sus
mandatos. En sus respectivos informes han sacado de su ronco pecho cifras y frases
por demás increíbles y fuera de toda lógica. “La ciudad más tranquila y segura
del mundo”, dijo uno de ellos, para que otro rematara, “la mas segura pero del
universo”.
En un
ambiente cervecero y de pachanga, afirmaciones como estas son motivo de carrilla,
como decimos acá en el norte. Pambas y burlas no se harían esperar. Pero en un
recinto oficial, la prensa hace gala de los dichos de las autoridades y los
colocan en las primeras planas.
La sociedad
ni se inmuta ante tales desfiguros, obviamente no les creen como tampoco le
creen a aquel novio o marido que después de una buena parranda jura por todos
los santos que no lo volverá hacer. El problema de nuestras autoridades es que
Sí, lo volverán a hacer, pues el engaño, la mentira y la burla, son parte de su
ejercicio diario del poder.
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