martes, 20 de noviembre de 2012

Aniversario de la Revolución

Las grandes ideas son aquellas de las que lo único que nos sorprende es que no se nos hayan ocurrido antes…Noel Clarasó

Festejamos la revolución con un desfile deportivo en el que participan escuelas, clubes de servicio, el gobierno, haciendo del 20 de noviembre un día de fiesta nacional. Lo mejor de todo el asueto por decreto, que supone un largo y merecido puente.

No se sabe quienes tomaron la decisión de poner o quitar los puentes a su antojo. De pronto vemos como un festejo se corre a lunes o viernes y otro no. Pareciera más una cuestión de borracheras, en el que a razón del pico o mona, se organizó el calendario oficial.

En las escuelas la revolución se conmemora con niños con barbas de algodón emulando a Venustiano, al chaparrito de amplios bigotes que da vida Madero, otro más rellenito con sus carrilleras personifica a Doroteo. Darán lectura a datos biográficos, a los que nadie pondrá atención para culminar con bailables de adelitas.

Cuando era niño el 20 de noviembre acudíamos al desfile. Para los padres nunca hay día de descanso. Por la tarde y ya muy tarde, nos acordábamos que teníamos que llevar la estampita conmemorativa. Sentados a la mesa y disfrutando una merienda de conchas con chocolate esperábamos el momento oportuno (que jamás es oportuno) para preguntarle a la madre. ¿Estará abierta la papelería?

La mirada de la madre lo decía todo. En aquellos años las tienditas cerraban a las 8, en día de asueto de plano no abrían y no teníamos internet. No quedaba otra que tomar la enciclopedia o algún libro de historia y sacar al buey de la barranca. Hoy las cosas son diferentes. Cuando el chamaco sale con la novedad a las 10 de la noche de que no ha hecho la tarea, presuroso se sube a su cuarto, enciende el x-box y el papá o la mamá se disponen a buscar en internet la tarea del plebe. Bendito mi Dios.

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