viernes, 9 de noviembre de 2012

COPIONES


No hay nada peor que una imagen brillante de un concepto borroso…Ansel Adams

En la escuela los exámenes resultan todo un reto, sobre todo para quienes se entusiasman con la idea de aprender, o bien aquellos que son presa del temor si no entregan buenas cuentas a sus padres.

Antes si había reprobados en primaria y secundaria, en la preparatoria y la facultad ni se diga, los profes esperaban las evaluaciones para cobrar venganza. Esta práctica alentaba al alumno a estudiar o bien a copiar.

Durante días los educandos imaginan los métodos perfectos para alcanzar la gloria del pase, como reos en su afán de escapar de prisión. El famoso acordeón, la falda, el borrador, la pared, la paleta del banco, el celular, instrumentos de apoyo para aquellos renuentes a estudiar.
Los sermones del maestro antes de cada examen no hacían desistir a los alumnos dispuestos a morir en la ralla. Desde recomendaciones hasta las más severas amenazas de reprobar a aquel que sorprendieran copiando, nunca fueron suficientes.

Durante mi estadía en la escuela vi caer a muchos infraganti en las garras del maestro, pero fueron muchas veces más aquellas ocasiones donde el alumno salió airoso.

El haber compartido el aula y las experiencias personajes que ejecutaban magistralmente el arte de copiar, ahora mis alumnos se ven en la necesidad de estudiar o pedir clemencia.
La FIL de Guadalajara quedó en ridículo al premiar este año al novelista peruano Alfredo Bryce Echenique acusado de plagio. El galardón entregado por la Universidad de Guadalajara, se suma al descrédito de un escritor que no se resistió a probar las mieles de la trampa. De entre los muchos eventos condenables en una escuela está la copia, la que se condena como el acto antiético por excelencia al que pudiera prestarse un alumno. 

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