Juntar las manos para rezar, bien está. Abrirlas,
para dar, es mucho mejor…Ratisbonne
El tema de los ingresos estatales está de nuevo de moda. Como
cada fin de año al presentarse los presupuestos de ingreso y gasto, comienzan
los análisis de todo tipo. Por un lado los oficialistas que defienden la
iniciativa del ejecutivo y por otro la oposición que cuestiona todo gasto.
La deuda que se carga el gobierno estatal y que por ende nos
compete a todos, se ha convertido en un lastre de proporciones mayúsculas. El
dispendio de recursos que vemos en la entidad, ocurre por igual en otros
estados y municipios del país.
En alguna oportunidad con la descentralización de fondos
federales a finales de los noventas, se inventó un fondo federal para que los
ayuntamientos pagasen sus deudas y comenzaran sus gestiones con finanzas sanas.
Hoy no hay manera de tales desfiguros, la federación está peor de quebrada que
las entidades y municipios.
¿Quién pagará los platos rotos?, pues los ciudadanos. El
endeudamiento no es problema si se solicita para invertir, además existan respaldos
financieros. Cuando el banco presta para comprar una casa, estará hipotecada mientras
no se salde la deuda, o bien se deposita en garantía algún bien que valga lo
mismo o más que el monto solicitado.
Nosotros estamos pagando por errores e irresponsabilidades.
Hicieron un parque al margen del río sabiendo que una lluvia se lo llevaría. Se
construyó una torre para albergar oficinas públicas que lleva más de tres años
vacía, se armó una mega pachanga que nos lo único que dejó fue una marioneta
gigante. Los miles de millones
invertidos en el par vial, no nos dejan absolutamente nada como instrumento de
inversión, a menos que se cobrara un peaje, con lo que pagaríamos al menos su
costo.
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