Se destapó
la cloaca. Recientemente se ha dado a conocer que en más de 300 partidos de fut
bol soccer internacional y de ligas locales en Europa, América y Asía se han
presentado sobornos y partidos arreglados. Están involucrados jugadores,
árbitros y directivos, poniendo en tela de duda la honorabilidad del deporte.
Poner en
duda el profesionalismo del deporte más popular del mundo pone de cabeza a los
aficionados. Ya se está volviendo costumbre que las justas estén envueltas en
corruptelas donde el más hábil para la trampa y el trinquete es el vencedor.
En estas
cuestiones no se escapa nadie, pocos deportes están al margen de ser
corrompidos por las mafias de las apuestas. El box ha pasado de ser un deporte
serio a uno similar al pancracio mexicano, donde la simulación y lo absurdo prevalecen.
Cuando niño,
jugar a las canicas era un deporte bravo. Requería de puntería, visión y
vigilancia esmerada hacia el contrario para que no fuera a cometer "lonche", en caso de ser así su disparo era invalidado.
Los espectadores se convertían en jueces que advertían las argucias fuera de
lugar, ganándose el tramposo el descrédito en el barrio. La pena consistía en
su destierro del deporte.
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