Los humanos somos seres ávidos por saber de nuestro futuro.
Intentamos a través de todos los medios conocer que es lo que el destino nos
depara. Consultamos a los astros, el café, el cigarro, el tarot, las estrellas
y hasta los caracoles para aspirar a una vida tranquila sabedores de los acontecimientos que están por venir.
Los futurólogos abundan dando cuenta de lo que nos espera.
Predicen desde catástrofes naturales hasta los resultados de los partidos de
fut bol. Sin embargo resulta curioso que dichos dotes no les da para adivinar
los números de la lotería o la quniela ganadora. Pero a pesar de ello, para los
humanos y en especial para los aztecas resultan una fuente de consulta con
validez científica.
La renuncia de su santidad ha puesto de nuevo a los prestidigitadores
en el ojo del huracán. Según profecías de Nostradamus en el siglo XXI la
llegada al poder de un hombre de color marcará el inicio del fin del mundo. Las
apuestas no se hacen esperar y volteamos a ver con entusiasmo cuantos hombres
de color pueden asumir como Papa. Dos
son los candidatos africanos: el nigeriano Francis Arinze y el ghanés Peter
Turkson.
Si
bien la profecía original apuntaba a que el sucesor de Juan Pablo II sería
precisamente un Papa negro, lo cierto es que estas fallas suelen ser menores
cuando lo que deseamos es que se cumplan no importa cuando.
A
decir verdad del total de profecías que Nostradamus apuntó solo el 3% se han
cumplido y no dejan de ser sucesos que de alguna u otra forma son situaciones
naturales que probabilísticamente pueden ocurrir. Sin embargo, el esoterismo no
deja de representar un misterio que nos mantiene al filo de la butaca.
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