Bueno
es tener la alegría en casa y no haber menester de buscarla fuera…Johann Wolfgang Goethe
La Natividad es la
conmemoración litúrgica del
nacimiento de Jesús en Belén, con la
Natividad se inicia para los católicos el tiempo
de Navidad.
En occidente a esta celebración la hemos aderezado con
algunos símbolos y manifestaciones propias. Una de las costumbres en nuestro
país es la celebración de las tradicionales posadas.
Actualmente estos festejos han cambiado de formato. Lo de
hoy, es comprar alcohol en abundancia, poner un kareoke y cenar carne asada.
Pocos lugares en nuestro querido Monterrey conservan la tradición de los
peregrinos, rezar el rosario, adorar al niño Jesús, romper la piñata, beber
ponche y champurrado, cenar tamales y buñuelos.
Otra tradición que mucho se ha ido perdiendo es comprar
el pino de navidad. Antaño acudía la familia a
escoger el árbol que todos juntos decorarían. Era común observar desde principios de
diciembre los coches transportando familias enteras con su pino en el capacete.
La ciudad creció y con ello muchas tradiciones se esfumaron.
Una vez que el pino se depositaba en su sitio, la familia
entera desempolvaba las luces, los muñequitos del nacimiento, las esferas y
adornos. Al papá le tocaba poner la estrella, a los hijos romper las esferas.
Al final este momento cobraba especial significado pues unía a la familia
entorno a este elemento emblemático de la Natividad. Obviamente una vez pasadas
las fiestas y la euforia de los regalos, la mamá tenía el privilegio de ella
sola desmantelar el pino y guardar todo para el siguiente festejo.
Hoy es diferente. Las señoras de clase alta y aquellas
que las emulan, gastan miles de pesos para que les adornen sus pinitos, desaprovechando
la oportunidad de convivir en familia en torno a este acontecimiento, el cual
traducen en regalos, comida y frivolidad.
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