El trabajo es una invasión de
nuestra privacidad…Woody Allen
Durante
semanas se discutió en el Congreso la reforma laboral. En el Senado fue donde
se presentaron las discusiones más álgidas. A final de cuentas se impuso la
intolerancia de los partidos atentando contra los derechos laborales, ya de por
si maltrechos.
Hace días un
alumno que recién concluyó sus estudios profesionales en una universidad
privada, consiguió un empleo eventual en un prestigiado hotel de la localidad
con categoría de cinco estrellas. Sentí un especial gusto debido a que en estos
tiempos que un joven recién graduado consiga un empleo es algo difícil.
Conversamos
sobre el tema y llegó entonces la pregunta obligada. ¿Cuánto te van a pagar? El
silencio se prolongó durante varios segundos y me dijo; 100 pesos por 12 hora
de trabajo. Lo abracé efusivamente pensando que yo había entendido mal y me
habría querido decir dólares. Me dijo: ¿profe, si entendió que lo que van a
pagar son pesos no dólares?
De las risas
al llanto. Le dije eso se llama explotación. ¿Pero además de los 100 pesos
mínimamente contarás con alguna otra prestación o recompensa en especie? Me
dijo, no, nada, solo cien pesos. Pensé en paisas que comúnmente sufren de estos
abusos al norte de nuestras fronteras, o de los indígenas que son explotados en
trabajos indecentes.
Después de
tanto alboroto, entrevistas y juramentos de empresarios, comerciantes y
políticos de que la reforma iba en serio, lo cierto es que en una ciudad
industrial, en un hotel con prestigio mundial, y posterior a una reforma que
llamaron histórica, prevalece la explotación, la injusticia y el abuso de
autoridades y empresarios que coludidos trafican con los deseos y las ganas de
los jóvenes por superarse y salir adelante.
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