LOS JUEGOS DEL HAMBRE

Acaso soy libre si mi hermano se encuentra todavía encadenado a la pobreza…Barbara Ward

Se lanzó con todo lujo la Cruzada Nacional contra el Hambre.  Los datos que arrojó el diagnóstico previo puso de manifiesto la urgente necesidad por atender lo prioritario, lo urgente. Desde el gobierno de Salinas se instrumentó como política pública la atención a la pobreza de forma sistematizada. Se creo el PRONASOL y de forma casi automática esa política se convirtió en el emblema del gobierno, al grado que su responsable fue designado como candidato a la presidencia de la república.

Los gobiernos estatales y municipales, adoptaron una estructura igual que dio soporte a la aplicación de los recursos. El programa sirvió para atemperar los brotes de descontento e indignación que se habían reflejado en los procesos electorales de 88, donde el resultado fue ampliamente discutido.

PRONASOL adoptó un sistema clientelar donde las dádivas proporcionadas por el gobierno pudieron dar cause a necesidades que aunque quedaron sin resolverse de fondo, sirvieron para captar mediante promesas a los votantes que se sentían abandonados.

El problema de raíz de la pobreza y la marginación quedo pendiente, el objetivo del programa no era precisamente ese. Sino captar adeptos mediante acciones premeditadas bajo el argumento de atenderlos. La cifra de pobres crece año con año. Si bien no se ha multiplicado severamente se debe más al éxodo masivo de paisanos en busca del sueño americano y que gracias a las remeses logran atenuar el problema ante la incapacidad e intolerancia de las autoridades.

Hoy las cosas vuelven a repetirse cobijados con otro nombre, pero con la misma intención. Pero esta práctica fue seguida por el PAN y el PRD y el resto de los partidos que han tenido la oportunidad de gobernar.  Generar acciones de mayor alcance y de largo plazo requiere de talentos, capacidades e iniciativas. Dar comida para tener votos, eso no tiene chiste.