Bajo el capitalismo, el hombre
explota al hombre. Bajo el comunismo, es justo al contrario…John Kenneth Galbraith
La noticia
causó mayor revuelo del esperado. Venezuela se convirtió en el país de mayor
promoción política de la última década. Su presidente se encargó de ponerle
pimienta a la política latinoamericana. Sustituto de Castro en llevar un
estandarte de lucha contra el imperialismo, el comandante hizo valer el poder
del dinero en la región, logrando imponer un sello particular.
Bueno o mal
gobernante, lo cierto es que muy a sus formas y soportado en un régimen
socialista de corte marxista, Chávez entregó buena parte de la riqueza de su
país al pueblo. Populismo o no, lo cierto es que sí el petróleo es de los
venezolanos, ellos son quienes deberían de disfrutarlo.
Los
economistas liberales alzan la voz argumentando que la resaca será pesada. Los
indicios del deterioro económico comienzan a hacerse presentes. La inflación
despierta sospechas de que la estabilidad no anda muy bien. La paridad y la
balanza comercial reflejan serios deterioros estructurales, mientras el pueblo
llora al mártir, al jefe, al patriarca que bajo sus propios instintos entregó
la riqueza al pueblo.
La irresponsabilidad puede ser rebatida. No se
fincaron estructuras económicas y sociales que dieran cause a un crecimiento
sostenido y una reducción de la pobreza auspiciada en la inversión económica y social.
Si bien
tiene a su favor indicadores económicos y sociales relevantes, como la
disminución de la pobreza o la distribución del ingreso, lo cierto es que ello
se sustenta solo con los ingresos petroleros. El hidrocarburo se terminará en
algún momento o sus precios sufrirán una caída, lo que significaría despertar
de golpe de un sueño que por ahora es placentero para la mayoría del pueblo
venezolano.
Aprendamos
la lección, y voltémos la mirada a aquellos países que con el petróleo han
construido un sistema económico sólido y duradero.
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