jueves, 14 de marzo de 2013

LA MOMIA



La muerte es el comienzo de la inmortalidad…Maximilian Robespierre

Recuerdo que durante la secundaria había una maestra a quien apodaban la Momia. Alta, delgada y ya con algunas décadas encima, llevaba con orgullo y altivez su alias. Creo que en todas las escuelas había una momia. Los jóvenes eran certeros en poner sobrenombres, como lo eran igualmente los docentes a la hora de imponer orden. 

Los apodos siguen, lo que está ausente es la disciplina. Era una forma de manifestar nuestras frustraciones ante los embates de los profes que solían valerse de armas muy precisas para aquietar a los muchachos. Desde manasos, reglazos, coscorrones, y hasta candados. Los más dóciles lo hacían con el poder de su firma.

Mucho escozor ha causado la noticia de que el cadáver de Hugo Chávez será conservado para la posteridad. Sus detractores siguen hablando de él, ahora levantando polvo sobre la barbaridad de mantener en exhibición su cuerpo. Esta práctica faraónica significaba conservar la materia para una vida eterna, salvo que se mantenía en la oscuridad, alejado de las miradas.

Morboso o no este acto, lo cierto es que nosotros tenemos inclusive un museo en Guanajuato que luce atiborrado de paseantes en busca de aventura. Admirar los cuerpos vendados o natrulamente preservados es algo que nos produce cierta emoción. 

Santo y otros gladiadores lucharon contra estos sombies, que con pasos lentos pero dotados de una fuerza feroz, buscaban imponer su maldad. Hoy no se sabe si embalsamar a Chávez tenga el propósito de perpetuar no solo su imagen sino su poder. Quizá no se vaya a levantar de su mausoleo y deambular por el país imponiendo su sello característico de gobernar, pero su sola presencia  permitirá recordarle a sus adversarios que el chavismo sigue vivo, solo que ahora personificado en una momia.

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