No hay nada que asuste más al hombre que descubrir lo que es capaz de hacer…Soren Kierkegaard
Las noches
de brujas parecían haberse olvidado, la batalla estaba siendo ganada por el
mexicanísimo día de muertos, en las escuelas la tradición de los altares se
impuso por encima de aquellos desfiles de brujas, demonios y fantasmas. Sin
embargo, desde hace algunos años, las cadenas comerciales, los antros, bares,
cantinas y hasta lo tables dance, se encargaron de revivir la tradición del
Halloween, aunado a muchas familias de clase alta y media alta y alguna que
otra de colonia "jodidona" que emulan todo menos las buenas prácticas.
Muchos
niños, adolescentes y los no tan jóvenes encuentran algo especial en esta
celebración. Ataviarse con disfraces de duendes, brujas y los ahora tan de moda
zombies, causa en estos grupos sensaciones y emociones únicas.
Ya los
ejércitos de niños deambulando por las calles pidiendo dulces son cosa del
pasado, sin embargo, aun se dejan ver grupos pequeños de madres con sus hijos
que se aventuran a pedir golosinas o los que les den.
Pero tratar
de imponer una moda azteca no es cosa fácil. No se trata de tapizar las calles
con flor de cempasúchil para que esto cobre vida. Se trata más bien de que el
ser mexicano sea cuestión de orgullo. No es solo el día de muertos, o la
candelaria o el 12 de diciembre. Ser mexicano debe significar recobrar nuestra
esencia y si hay que recomponerla porque así lo exige el entorno, pues hacerlo
y si nunca la tuvimos, pues será entonces el momento de construirla.
Recuperemos con orgullo nuestras raíces, dejemos
de lado los complejos y actos discriminatorios que atentan contra lo que somos
realmente. Comencemos por hacer una sociedad más tolerante con aquello que nos
identifica.
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